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sábado, 4 de agosto de 2012

TRANSGÉNICOS


La política agraria que viene gestándose en silencio en el Ministerio de Agricultura y el INIA, consiste en apoyar la agricultura transgénica. A pesar que todo demuestra que sería una desventaja económica realizar este proyecto en el país, a pesar de lo importante que es preservar la biodiversidad del país y el riesgo que impone a la salud, y a pesar que indiscutiblemente no tenemos territorio extenso para la agricultura intensiva.

¿SOLUCIÓN O COMIENZO DE UNA PESADILLA?
"No solo el sueño de la razón, engendra monstruos, como escribió Goya en uno de sus aguafuertes. También la razón lucida, en plena vigilia, puede, discurriendo sin frenos, formular impecables teorías sobre la desigualdad de las razas humanas, justificar la esclavitud, demostrar la inferioridad de la mujer, del negro o del amarillo, la maldad congénita del judío, legitimar el exterminio del hereje y el infiel, la conquista el colonialismo, la guerra entre naciones o clases y, dilucidando unas supuestas leyes de historia, decidir que la causa de la justicia social y la emancipación humana pasa necesariamente por el terror, el crimen, la tortura, la censura y los campos de concentración." M. Vargas Llosa 1988.

Aun así, se excusa el Ministro de Agricultura Ismael Benavides con el argumento del hambre, textualmente nos dice: "los transgénicos alivian las hambrunas, si se compara el aumento de la productividad de los alimentos con la expansión de la población, se observa que la segunda crece más rápido. A ese ritmo, la biotecnología es fundamental para mantener una alta producción y mejores rendimientos y para que la humanidad no se muera de hambre" (Perú 21 viernes 20 de junio 08)
En un debate radial recientemente se dijo que era preferible tener las alergias, y el riesgo de los transgénicos que el hambre por falta de alimento, y se presenta al alimento transgénico como una necesidad de vida o muerte.

Éste argumento es la razón de fuerza usada para abrir la puerta al transgénico en el país, y ante cual ningún ecologista puede moralmente poner objeción. La utopía de preservar el medio ambiente seria un imposible cuando la humanidad peligra de hambre.
Por otro lado, debido al alza del precio del petróleo, aumenta la presión para crear bio-diesel. Con un precio de 140$ el barril, y la urgente necesidad de un combustible más económico es difícil poder frenar la demanda para el cultivo de bio-diesel, que es también en parte genéticamente modificado. Con el bio-diesel viene parejamente la deforestación de tierras vírgenes, venta o cesión de terrenos usados para cultivos de alimentos, escasez y subida de los precios de los granos. Fenómeno que ya sucede y está trastocando la economía del mundo.

Lejos de paliar el hambre de la humanidad, la tecnología de alimentos genéticamente modificados y el biodiesel la acrecienta peligrosamente.
En primer lugar es una quimérica ilusión que los cultivos transgénicos tengan mayor productividad, sabemos que la soya transgénica tiene entre 4 a 10% menor productividad que la soya natural según los estudios realizados por el Dr. Oplinger en la Universidad de Wisconsin. Investigaciones en la Universidad de Kansas demuestran 10% menor productividad en la soya transgénica round up ready, y que precisa de aplicación extra de magnesio para poder compensar el déficit de rendimiento. La transferencia de genes de bacterias hacia plantas se realiza principalmente para resistir plagas, pero entre los diversos efectos secundarios está tener igual o menor productividad que sus semejantes naturales, algo que la misma Monsanto reconoce públicamente.

Para el agricultor, el atractivo del cultivo transgénico radica en reducir la mano de obra, (sólo en Argentina son 150,000 desplazados) ya no se limpia la tierra, se esparcen herbicidas y sólo los cultivos transgénicos lo resisten. Para la empresa que los vende, tienen un entretejido negocio de patentar semillas, y vender mano a mano, paquetes de herbicidas y semillas.
Así mismo tendríamos que responder la pregunta; qué sucede con las semillas transgénicas estériles, semillas con el llamado gen terminator. ¿No es acaso peligrosa la venta de semillas estériles, donde existe la posibilidad que el agricultor no pueda adquirir nuevas semillas? Una cautiva realidad en la que el agricultor depende de una transnacional, y de los precios que le imponga. La esterilización de semillas y la dependencia que implica, no solo es peligroso, sino de cuestionable moral.

Por otro lado, el 92% de la soya exportada por Argentina es destinada a ser alimento animal. En su gran mayoría la soya argentina es destinada al mercado Chino. El país célebre por su dieta saludable, amplio consumo de verduras, arroz, pescado y modesto consumo de carne animal, hoy en día ha desatado un desaforado consumo de carne animal. En 1980 el ciudadano chino promedio consumía 20 Kg. de carne al año. Con unos 300 millones de personas adicionales, el año pasado ascendió el consumo a 54 Kg. Esto representa 60 millones de toneladas de carne al año, lo que equivale a 240 millones de vacas, 600 millones de cerdos, y 24,000 millones de pollos. Por cada kilogramo de carne de res, el granjero precisa 8 kilos de granos, por cada kilo de cerdo usará 6 kilos de granos.
En todo el mundo se calculan usar unos 700 millones de toneladas de granos para engordar animales. Nos inquieta saber que sucederá en el planeta, con el precio de los granos, con la tendencia China de cada vez mayor consumo de carne, y con la demanda por el bio-diesel, la expansión de la ganadería. En países industrializados el consumo de carne anual llega a los 120 Kg. El terreno disponible para cultivo de alimentos no es ilimitado.

Para suplir a las cadenas de restaurantes de comida rápida, se ha creado el camal de ConAgra en Colorado EEUU, donde esperan su inapelable final cerca de 200,000 cabezas de ganado. En los meses previos al sacrificio, cada animal recibe 1362 Kg. de granos, en su mayoría maíz o soya transgénica, para así poder engordar en promedio tan solo 181 Kg. de peso. Este proceso además de ser ineficiente ante a las necesidades alimenticias de la humanidad, genera un mayúsculo problema de desperdicios, cada cabeza de ganado produce 23 Kg. de orina y excrementos diarios, lo que suma 4,600,000 Kg. de excrementos por día sólo en este camal. Este excremento no se lleva a plantas de tratamiento como el desperdicio humano, sino que es arrojado en vastas cuencas, llamados lagos de excrementos. De los granos alimentados al ganado el 86.71% se transfigura en excremento. Solo en el matadero de ConAgra se produce más excremento, que la combinación conjunta de las cloacas de Denver, Atlanta, St Louis y Boston. Triste y funestamente podemos decir que esta náutica defecación de granos transgénicos dejó de ser alimento crítico para países enteros, y poco podemos resaltar sobre la calidad nutritiva del destino final de esta carne, la hamburguesa. La cual también está envuelta de pan de trigo, donde el grano integral se ha transformado en una pusilánime esponja de carbohidratos.
En un futuro la humanidad gradualmente tendrá que moderar su consumo de carne, no solo por ética, salud, sobrepeso, colesterol o higiene sino porque la proteína vegetal es más barata, más eficiente, y propiciamente más sana. Un kilo de carne animal necesita 15 veces más agua y 10 veces más terreno que un semejante kilo de proteína vegetal.

Algunos lectores concluirán que la solución está en el consumo directo de carne y leche de soya transgénica, y maíz transgénico. La explicación de por qué esto no es el caso, es motivo de otra reflexión. Para los lectores interesados, pueden referir al texto. "¿Es seguro consumir soya?".

Como es razonable suponer la salud del pueblo Chino ha decaído, se enfrenta a grandes epidemias de diabetes, quince años después de la reformas económicas la población de obesos en la china se ha duplicado, alcanzando ahora los 200 millones, una cifra cercana al doble de la población de todo el Brasil. En EE.UU. la malnutrición y obesidad es una grotesca epidemia de proporciones mayores. En el fondo ambos países presentan hambre de nutrientes sanos en sus células. A la par de los excesos de grasas y azucares hay profundas carencias en su alimentación. Coexiste en simultaneo la malnutrición y la desnutrición.

En África sucede lo mismo. Entre muchas causas, el común denominador de las hambrunas africanas se debe a que sus tierras de cultivo se dedican a producir alimentos balanceados para exportación, como sorgo, mijo y soya.

Cuando de Latinoamérica se trata veamos lo que dice la FAO.
"La FAO advierte que unas 52 millones de personas de la región latinoamericana no se alimentan adecuadamente, provocando que una de cada diez personas no pueda satisfacer sus demandas alimenticias, con más de 4.1 millones de niños con bajo peso, y nueve millones con desnutrición crónica o retardo en el crecimiento.

Estos datos se ven agravados por el hecho de que la región produce una cantidad de alimentos, no sólo suficiente, sino que sobrepasa en un tercio los requerimientos de la población."
 
Es decir el problema está en la distribución de alimentos y no en la carencia de los mismos. El problema no es tanto la falta de alimentos en el mundo, como la imposibilidad de acceder a ellos. El sector agrícola tuvo en todo el mundo una producción récord de 2.300 millones de toneladas de granos en 2007, un 4% más que el año anterior. Desde 1961, la producción mundial de cereales se ha triplicado, mientras que la población solo se ha duplicado.

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