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jueves, 26 de julio de 2012

“LA VIOLENCIA FAMILIAR”


Dr. Walter Obregón Sánchez
Psicólogo Clínico – EsSalud

Póngase un momento a pensar: si un miembro de la familia es diagnosticado con una enfermedad terminal (cuyo pronóstico es desfavorable); es probable que de inmediato se convoque a una reunión familiar y se busquen estrategias que permitan el afrontamiento eficaz de esta situación. 1) Buscar otra opinión de un médico que tenga más experiencia en estos casos; 2) organización de los recursos económicos o planeamiento de actividades pro-fondos; 3) Interesarnos más por esta persona y procurarle más satisfacciones y menos penurias; 4) Saldar cuentas y reparar las faltas cometidas; etc.

Sin embargo, cuando existe la violencia familiar, no le tomamos la debida importancia y tendemos a subestimarla o ignorarla. Pensamos que la solución es dejarla al tiempo –porque “el tiempo se encarga de solucionar todo”, dice un aforismo-; o así mismo que es parte de la vida –“de eso aprendemos”-; un castigo; el desventurado destino y finalmente nos resignamos a que suceda un milagro; o a que se haga la voluntad de Dios y que nosotros aceptemos estoicamente esto.

Las actitudes que asumimos entre uno y otro caso son totalmente contradictorias. En el primer caso, nos esforzamos como personas o grupo en buscar una salida porque pensamos que el tema de la lucha por la vida y el salvar a nuestro familiar para sentirnos bien es importante (vitalismo); en el segundo caso, todo lo contrario, no lo tomamos en serio, lo descuidamos y buscamos aislarlo negando su impacto como actividad de destrucción familiar (fatalismo).

Este es el problema de siempre. Se valora más la salud física y se subestima la salud mental en nuestra sociedad, menoscabando el derecho de toda persona a buscar su desarrollo integral, el logro de sus capacidades y la expresión correcta de sus emociones positivas.

Si establecemos el símil de ambas situaciones es necesario tomar en cuenta que la violencia familiar es tan igual de dañina como lo es un cáncer terminal y agresivo. La violencia familiar destruye el cuerpo de la familia y la condena inexorablemente a su desaparición.

 La violencia familiar es el origen de los trastornos del comportamiento en la infancia y en la adolescencia: las depresiones; los comportamientos delictivos; la drogadicción y la infame secuela: que la violencia es cíclica y repetitiva. Cuando nuestros hijos tengan su familia ¡LA VOLVERAN A REPETIR!

Por eso no permita que la violencia familiar se instale dentro  de su hogar. Si no puede solucionar este problema busque ayuda en los profesionales capacitados para ello.

El maltrato físico, psicológico, social y la indiferencia son todas partes de un mismo fenómeno: La violencia familiar. 

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