Los conceptos de neutralidad
y objetividad se han mostrado como ideales éticos por su componente de
independencia. La objetividad, tal como se entiende comúnmente es el
antónimo de lo subjetivo, es decir, esa dependencia intelectual y
afectiva de los sentimientos, convicciones o intereses personales; solo
que en la práctica la objetividad es imposible y queda reducida a una
teoría, por eso como ideal ético la objetividad es
algo incompleto o un sofisma de distracción.
La
neutralidad puede ser entendida como una posición de no compromiso, ni
con unos ni con otros; cuando esto se aplica al periodista da por
resultado un personaje distante, arrogantemente lejano de la historia
que todos trabajan,, disfrutan, sueñan o padecen, que es todo lo
contrario de lo que el periodista debe ser para entender y relatar la
historia de la comunidad.
En
cambio, el periodista independiente es el que ha roto con toda suerte
de dependencias: las de sus propios afectos, las de sus puntos de vista
personales, las que tratan de crearle propagandistas y políticos, las
que suelen imponer partidos y gobernantes. Un periodista así, solo
acepta a su lector, oyente o televidente como el único amo que respeta.
Y
puesto que ese receptor de su información es o puede ser de cualquier
partido, el periodista tiene un compromiso universal. Su propósito es
el de proveer información útil para todos.
El ideal no es, pues, de objetividad, ni de neutralidad, sino de
independencia.
Puede
uno ser muy objetivo pero no neutral, incluso se da el caso de que hay
colegas en medios que dicen ser nada más objetivos y que no toman
posición. Es mentira. De hecho, aunque no se lo propongan así, están
tomando una posición que es silenciar algo de lo que está pasando, el
color de lo que ocurre, el acento de lo que sucede, el costo de lo que
está ocurriendo y en esto no se puede ser ajeno a una realidad en donde
el pensamiento de uno también toma parte; el periodista no puede ser una
simple correa de transmisión porque eso ya no son los mecanismos
electrónicos; ellos sí lo son, pero si tu no pones el alma se te suben a
tu pensamiento, te despersonalizas y entonces el que habla es un
decibel, un chip o un aparato.
Yo
no pretendo
entrevistar solo a los que están de acuerdo, ni voy a mutilar lo que
dicen, pero yo me convierto también en parcial en el sentido de tomar
partido, no un partido registrado electoralmente, sino una posición, es
decir, quiero estar con mis congéneres, quiero estar con el mundo,
quiero estar con las personas y ahí hay una parcialidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario